Lo soñé durante mucho tiempo y gané. No se puede rechazar un crucero en un hermoso barco. Bueno, no es la cabina de súper lujo. Lo comparto con otras dos mujeres de mi edad. A los 35, todavía nos apoyamos. El embarque se produce sobre las 9:00 horas: hora de llegar en tren tras una noche casi de insomnio. Paso un día en el alquitrán de hulla pensando que he estado de fiesta. El tren siempre me pone plano: Odio las paradas…. del viaje…
Finalmente, al día siguiente me despierto en gran forma. Voy a trotar en el puente del lado opuesto al viento marino. Desayuno pantagrueliano. Coquetear correctamente con otro pasajero con solo un pequeño beso en la mejilla, como si no supiera cómo besar en la boca. Una comida pasable. De vuelta a la cabaña donde las otras dos chicas parecen llevarse como urracas. Me toman como árbitro. ¿Qué camiseta para Jeanne?
Jeanne está desnuda en medio de la habitación, se pone un traje de baño de una pieza que envuelve bien su cuerpo, dejando ver sus curvas. No está nada mal. El otro es un tanga minimalista. No esconde nada, ni siquiera el comienzo del coño. Que elegir entre un modelo modesto y otro bastante empuja al crimen. Me gustan las mujeres hermosas, mi elección es para las muy pequeñas. De repente, Jeanne permanece desnuda hasta la noche. La otra chica, Lorry, maldice un poco antes de calmarse cuando yo me pongo mi traje de baño, casi igual que el de Jeanne.
Para colmo, sin hacerlo a propósito pedimos comidas en la habitación. La anfitriona que nos atiende mira a las dos chicas desnudas. Su mirada es muy traviesa, si pudiera se quedaría con nosotros a hacer travesuras. Si Lorry está vestida, aún permanece semi-nudista, con sus senos a la vista.
Mientras cenamos charlamos como todas las chicas, pero además hablamos de lo que nos gusta. Para los tres es amor, no con mayúscula, amor simple o complicado, en la cama solo o con otros. Es Lorry quien ama a muchos. Prefiero con una pareja masculina, Jeanne con una mujer. Al menos todos los gustos están representados.
Estamos en un crucero, lo vamos a disfrutar. Encuentro a mi coqueta que no besa mejor que por la tarde. ¡No le daría mi trasero, debe estar triste durante una cogida!
Esta noche hay un baile que da el comandante. Somos cautelosos con este tipo de entretenimiento.
De vuelta en la cabaña alrededor de las 11 p.m. Lorry declara solemnemente que es su momento. ¿Es hora de qué? Disfrutar. Y entonces ?
- Me voy a pajear sin pareja.
"¿Tienes que hacer esto solo?"
“Quién me jodería, nadie.
- Cómo nadie, y yo dijo Jeanne.
- Y yo, a mi vez.
Somos tres chicas calientes, nos hacemos preguntas tontas: tres chicas también está bien. Para mostrar su deseo, Jeanne, aún desnuda, abre sus muslos y nos muestra su coño. Es cierto que está bastante húmedo. Debo complacerla ya que ella se acerca a mí. Ella toma mi mano por la que se en su sexo. Ahí ella me inspira. Estoy dispuesto a sacrificarme. Yo también quiero. Me gustaría que se divirtiera conmigo.
Me levanto, me pego a ella. Ha pasado mucho tiempo desde que estaba así contra otra mujer. Redescubro sensaciones olvidadas. Su pecho está duro contra el mío. Sus nalgas son prisioneras de mis manos. Son duros, paso mi mano en su línea. Si me hiciera caso la pasaría entera hacia su pequeño lugar.
Jeanne me besa primero. Sus labios son suaves, casi maternales. Nuestros idiomas se llevan muy bien. Su boca está sobre mis hombros. Me da escalofríos, se me pone la piel de gallina. Entonces, cuando se envuelve alrededor de la cintura, me dejo llevar por completo. Jeanne sabe cómo acariciar a las chicas. Aprovecho. Recibo su mano con placer en el pubis, un dedo en mi raja baja hasta mi sexo que debe estar terriblemente húmedo. Finalmente es sobre mi intimidad; Acaricia suavemente con largos movimientos giratorios el pequeño clítoris.
Me dejo llevar sobre la cama donde ella me sigue. Su peso sobre mí es ligero. Siento su piel un poco mojada por el sudor. Su olor es excitante. Dios mío la hace acariciarme bien donde a mí me gusta. Dios está de mi lado. La mano reemplaza al dedo. Me manda al paraíso, el nuestro, el de las lesbianas. Ella no quita la mano, continúa su caricia: disfruto una y otra vez. Permanecí inmóvil enclaustrado en mi placer egoísta.
Finalmente reacciono: me pongo boca abajo, mi cabeza entre sus hermosas piernas. Pruebo su fragancia, todos sus aromas femeninos. Admiro el encaje de su sexo, la suavidad del perineo y además la belleza animal de su ano. Tengo hambre de ella. Lo quiero, quiero cenar en él.
¿Y Camión? Nos mira, se acaricia sin escrúpulos frente a nosotros que la hemos olvidado. Ella saca de su bolso un gran consolador. Ella va a quedar totalmente jodida con este equipo. Lamo el coño de una mujer, Jeanne, observo al otro consolarse. Sin embargo, no quiero ser consolado: los dedos, una lengua en el coño es suficiente para mí.
Lamo el coño de Jeanne. Es apetecible, me dan ganas de más. Además fluye constantemente, alimentando mi hambre de jugo de amor. Parece que fue hace mucho tiempo cuando tragaba con avidez el semen de mi novio, el que todavía chuparía a mi regreso en cuanto me lo pidiera. Pero con Jeanne, su jugo no es pegajoso, es ligero, dando vueltas en la lengua como un añejo de alta calidad. Ya no es hacer el amor, es ser codicioso.
El lenguaje de Jeanne me hace un bien extraordinario. Me abro más. Ella parece insistir en ir más allá. La dejé hacerlo, me gusta su secuela. Eso es, ahí está ella, sopla en mi ano, su lengua se acerca. Ella le lame suavemente el culo. La abro para dejarla pasar. Ella entra en mi culo, me dejo llevar, gritando un poco: me gusta el culo. Maravilloso. Se lo devuelvo durante este loco 69.
Me acuesto pensando que las siguientes noches serán igual de calurosas.