Viernes 17:45, llego temprano, y ahí frente a la puerta se asienta la duda.
Y si hubiera malinterpretado sus gestos y sus palabras, tal vez sea puramente profesional, y que las visitas siempre sucedan así.
Durante toda la semana no pude dejar de ver la escena de nuevo, sus cálidas y suaves manos en mis senos, su mirada chispeante, el toque de sus pequeños senos firmes contra mi espalda a través de la tela de su blusa. No, no creo que tenga duda, algo pasó entre nosotros. Si hubiera podido continuar en lugar de responder a esta urgencia y dejarme allí, en este estado.
? ¿Llamar y pasar?, dos palabras clásicas en la placa de los médicos. La sala de espera está desierta, me siento y tomo una revista.
Pequeños ruidos de voces inaudibles se escapan de la oficina, debe estar en consulta. Me pierdo en mis sueños y me pregunto cómo abordará la secuela.
De repente se abre la puerta, sale de la oficina una mujer de unos cuarenta años, el Doctor MARTÍN la acompaña hasta la puerta y me sonríe al pasar. Está aún más radiante que la primera vez. El paciente se va, Isabelle (doctor MARTIN) se vuelve hacia mí y dice:
- Hola Sophie, ¿te fue bien la semana?
- Muy bien gracias. Su mirada me inquieta, si supiera que no he dejado de pensar en ella.
- Entra y ponte cómodo. Lo siento de nuevo por lo del otro día, pero las emergencias siempre son una prioridad.
- Por supuesto que entiendo.
- ¿No hay nuevos problemas desde el lunes?
- No.
- Así que sigamos adelante y desnudémonos.
La habitación sigue igual de sobrecalentada, ella cambia el papel en la mesa de examen y luego me observa desvestirme. Estoy avergonzada pero también emocionada, siento que mi pene se humedece y mis mejillas se sonrojan.
- Así que muéstrame si aprendiste mi lección sobre palpación de senos. Ven aquí yo controlo.
Me enfrento al espejo, está detrás de mí. Tomo mis dos senos y empiezo a palparlos, ella me mira en el espejo y se me acerca, pone sus manos sobre mis hombros y me tranquiliza.
- Tienes unos pechos muy bonitos, no muy grandes pero muy bonitos.
Debo ser escarlata, pero a ella parece gustarle, y agrega, acariciando mis hombros.
- Tienes la piel muy suave también.
La situación es preocupante, nunca nadie me ha hecho tantos cumplidos y además estar desnuda tocándome los pechos. Mis manos pellizcan suavemente mis pezones y mis dedos los enrollan entre ellos.
- Así no, mira.
Sus manos están colocadas sobre las mías, pellizca mis puntas mientras gira alrededor de mi pecho. El placer aumenta, mi respiración se vuelve más rápida y más corta, la suya también, siento su aliento en mi nuca. Mis manos están sudorosas, gimo un poco.
- Verás, no es difícil, y es muy importante que te cuides bien. Acuéstese en la mesa, terminaremos el examen interrumpido el lunes.
Me siento y siempre suavemente me coloca las piernas en los estribos.
Se acerca al servicio con sus instrumentos y se coloca en un taburete entre mis muslos. Ponte un par de guantes y empieza a explorar. el toque de sus dedos me hace saltar.
- Relájate, tenemos todo el tiempo y ahí, nadie nos puede molestar, ninguna emergencia y hoy no hay secretaria.
Me relajo, estoy bien, muy emocionado pero muy bien. Y, cuanto más toca, más me excita.
- Tu virginidad está intacta, y todo parece normal. ¿Te has acariciado desde la última vez que nos vimos?
- Sí.
Soy escarlata otra vez. Pero ella insiste.
- Varias veces ? Cuánto ?
- En verdad, todos los días, y ayer dos veces.
Estoy cada vez más avergonzada, pero muy emocionada. Tengo la impresión de que sus caricias son cada vez más rápidas.
- ¿Y qué parte acaricias en general?
- Mi clítoris.
- Así ?
Y adecuando la acción a la palabra estimula mi clítoris que reacciona muy rápido.
- Si así, dije gimiendo.
- Y entonces, ¿qué haces a continuación?
Roja de vergüenza, le confieso que a veces me meto en el ano una pequeña escultura de marfil con forma de pene masculino que tengo en casa.
- Así ?
Y ahí siento su dedo forzando el paso de mi agujerito que cede muy rápido. Siento que voy a disfrutar, de repente empuja un segundo dedo, va y viene mientras me mira fijamente a los ojos, el placer crece.
- ¿Y en qué piensas cuando te acaricias?
- A ti, a ti, a tus caricias.
- Y más precisamente ?
- Imagino que me lames y que soy lo tuyo, que me penetras y que me corro fuerte, muy fuerte.
De repente mi cuerpo comienza a temblar y ponerse rígido, un grito se escapa del fondo de mi estómago, disfruto y ¡qué bueno!
Ella retira sus dedos, me derrumbo sobre la mesa, drenado pero tan bueno. Isabelle se me acerca, me sonríe y pone sus labios sobre los míos. Su lengua busca suavemente mi cavidad y juega con la mía. Hace calor, es la primera vez que alguien me besa, es muy placentero.
- ¿Quieres que te presente todos los placeres del amor?
- Ah, sí entonces.
- En ese caso tienes que prometerme una cosa, haz todo lo que te pida, confía en mí y nunca digas que no.
- Correcto.
- No, quiero que lo jures. Y si no respetas eso, me voy y paramos todo, ahora mismo.
- Lo juro.
Me besa, me pide que me vista y me dice:
- Lo primero que debes hacer es cambiar tu ropa interior, porque las bragas de algodón y los sujetadores tan feos como esos matan el amor. Entonces, a partir del lunes, nos encargaremos de eso, ¿de acuerdo?
- DE ACUERDO.
Me llevó a casa, nos besamos y se hizo una cita para el lunes.
Siento que el fin de semana va a ser largo....