están desnudos. Completamente desnudo. Ambos, juntos, y es la primera vez. Tan hermosa como la otra, en la fuerza de sus 18 años. Elisabeth, la rubia de pelo largo, pechos redondos y un culito de ensueño, tiene un coñito completamente depilado con labios finos y una larguísima vulva. Isabelle es una morena de pelo rizado, boca un poco más pequeña, lujuriosa y pequeños pechos en forma de pera, y además tiene unas nalgas que piden lujuria... a su coñito le ha dejado un pequeño triangulo de pelo fino y rizado, y si sus labios son gruesos y abultados, su hendidura es muy pequeña.
Si Elisabeth ya no cuenta sus aventuras masculinas, Isabelle en cambio tiene muy poca experiencia: un único y rápido abrazo con un adolescente de su edad que está más ansioso por su propio placer que por dárselo a ella. Pero, para ambos, es la primera vez que se encuentran desnudos, frente a otra mujer... Se conocen desde la más tierna infancia, siempre lo han compartido todo, y hoy van para compartir esta primera experiencia sáfica. Pero son un poco prestados, uno frente al otro... Probablemente un poco menos tímida, Elisabeth le tiende la mano a Isabelle... su hermosa mano con dedos largos y delgados acaricia el rostro de su amiga, suavemente, con ternura... y ella se acerca a ella. Su cálida boca está en su frente, desciende en sus párpados, se desliza a lo largo de las alas nasales y termina en la comisura de los labios de Isabelle. Ella siente que este último los abre un poco, por lo que se acerca a su centro y la besa suavemente.
Varios pequeños besos, que Isabelle termina respondiendo también.
Poco a poco los labios se vuelven más atrevidos, separándose, dejando pasar las lenguas, cada una conquistando la boca de la otra... un sensual ballet de dulzura donde se mezclan las salivas. Mientras se besan, los cuerpos se acercan, los senos eréctiles se tocan y las pequeñas frambuesas, rojas y erectas, se frotan frenéticamente. Sus coños también están en contacto, y ambos ondulan el lavabo, mezclando su jugo de amor. Cuando se escuchan los primeros gemidos de placer, Elizabeth suelta su abrazo y toma a Isabelle de la mano, llevándola a la cama grande.
Ella lo alarga, y lo esparce, mezclando así aún más íntimamente el semen de cada cual más abundante. Y luego Elisabeth se desliza sobre el cuerpo que se estira, besa las bonitas peras que apuntan, acaricia el vientre plano y termina sobre el coño de su amante. Ella le hace abrir los muslos y su boca voraz va a conquistar las paredes vaginales. Isabelle abrió mucho los muslos, y en total abandono se ofreció a las caricias de Elizabeth y su cuerpo experimentó por fin un placer que hasta entonces sólo ella había podido obtener, pero en menor escala. Allí ahora tiene la impresión de descubrir el placer carnal, y sólo puede poner sus manos en la nuca de su amante, aplanando así su boca sobre su coño. Pero Elisabeth no necesita eso, ella ama lo que hace, lo hace con pasión, embriagándose con el jugo cada vez más abundante de su amante. Sus largos dedos extendieron los labios ofrecidos, permitiendo que su lengua buscara más, cada vez más, cada vez más íntimamente.
Hasta que con un fuerte grito Isabelle aprieta las piernas, aprisionando la lengua de su amiga en su coño, y la cabeza entre las rodillas, mientras se entrega a este primer orgasmo.
Cuando sienta que se ha calmado, que su pene vuelve a ser ofrecido, Elisabeth le dará un segundo orgasmo, aún más potente y demoledor, viniendo a jugar con su botoncito de amor.
- Es bueno ya sabes… oh si… nunca había disfrutado tanto… pero… ahora… ¡entrégate a mí!
Elisabeth viene a acariciarle la frente, las mejillas, le besa los ojos, sus bocas se vuelven a encontrar... Y entonces, a su vez, Isabelle se mete entre sus muslos. Ella se queda un rato sin hacer nada, apretando bien los muslos, separándolos, liberando el sexo de su conquista, lo mira, lo admira... tal vez no sabe cómo hacerlo... .o es ella pensando en lo que va a hacer...
Lentamente, sus manos suben por el interior de los muslos, comenzando por las rodillas, subiendo bien hacia el sexo, pero deteniéndose a mitad de camino, varias veces.
Elisabeth empieza a gemir, le pide que la haga correrse... pero Isabelle se toma su tiempo, todo su tiempo, la hace languidecer... con la uña sigue la raja de su amiga, que siente estremecerse bajo el dedo. Extiende suavemente los labios mayores, se desliza entre ellos, masajea las paredes de la vagina con un dedo ágil. Realmente no sabe cómo hacerlo, pero Elisabeth la estimula, siempre le ruega que la haga correrse... empuja su dedo un poco más profundo, agrega un segundo... al mismo tiempo su boca encuentra y luego chupa un clítoris ya completamente erecto... Elisabeth arquea la espalda, lanza su coño hacia la boca de su amante, su coño chorrea de humedad, deja escapar pequeños gritos que instan a Isabelle a continuar... su lengua se demora un poco más en el clítoris, luego ella desciende, viene a buscar los labios que sus dedos han abandonado. Con la punta de la lengua va a conquistar este sexo que se le ofrece, admira su hermoso color rosa brillante, la hinchazón y la humedad de los labios... su lengua recorre toda la raja, la siente temblar, abrirse , y se sumerge en el interior, dándose un festín con el néctar de su amante; su lengua comienza mucho más abajo, llega justo a la separación particular y Elisabeth levanta descaradamente la pelvis.
Durante mucho tiempo, la lengua de Isabelle la acaricia, la hace correrse, le da una multitud de escalofríos, la hace proferir quejas y gemidos. Siente que el orgasmo aumenta, sus quejas se convierten en llantos... así que mientras continúa lamiéndola, muy profundamente, Isabelle cubre su dedo con la humedad de Elisabeth y dirige su dedo hacia su agujerito. Repite la operación varias veces, hasta que siente que la pequeña arandela se abrirá... Y llevará a su amiga a un poderoso orgasmo introduciendo repentinamente su dedo en su ano mientras su lengua sigue poseyendo su vagina.