Valentine invitó a Cécile a su casa para tomar una copa y charlar. Ambos tenían 40 años, se conocían desde la secundaria. Eran las 14:30 cuando Cécile llamó a la puerta de Valentine. Cécile vestía de manera elegante, quizás un poco provocativa pero no vulgar. Llevaba una falda bastante corta, una blusa que resaltaba sus senos y tacones de aguja. Cécile era una morena bastante oscura. Por el contrario, Valentine, rubia de ojos azules, vestía un atuendo normal, con un suéter rosa, pantalones negros y zapatillas blancas.
Siendo ambas madres, sin embargo se mantuvieron en contacto, a pesar de sus muchas ocupaciones desde el nacimiento de sus hijos. Se sentaron en la sala de estar a tomar café. No se habían visto durante dos meses.
-Entonces, ¿cómo has estado desde la última vez? preguntó Cecilia.
- Sí, no está mal, tengo muchas cosas que hacer, pero aguanto.
Cecile de repente descruzó las piernas y luego las volvió a cruzar inmediatamente. Su falda era tan corta que Valentine pudo ver claramente que no llevaba bragas. Muy pronto la mirada de Cecile se hizo más insistente.
-¿Y cómo está tu hijo Jordan?
- Está bien pero tuve un pequeño problema con él el otro día.
- Bueno, ¿qué pasó?
-Me despertó a las tres de la mañana por un problema íntimo.
-¿Qué era ese problema íntimo sin indiscreción?
-Sabes chicos a partir de cierta edad, suelen tener algo que les sale mientras duermen. ¿Ves lo que quiero decir?
Cecile desabrochó un botón de su blusa y sensualmente desató su cabello color ébano. Se quedó en silencio por un momento mientras miraba a Valentine, como si estuviera considerando una respuesta.
- Si claro pero como se lo explicaste?
- Pues precisamente no pude decirle nada tanto me dio vergüenza.
Cecile se acercó a Valentine suavemente y le susurró al oído.
-Si quieres se lo explico.
-Por qué no, pero me da vergüenza hablar de eso con él.
-¿Es la primera vez que le pasa esto?
-Sí, es eso.
-Hm, tal vez soñó con su mamá...
-Ja Ja Ja... Dices eso para hacerme feliz.
- No, sinceramente creo que sí.
-Gracias muy amable.
Valentine sintió un calor en la parte inferior de su abdomen. Las palabras de Cécile la consolaron mucho y fortalecieron aún más su amistad con ella. De repente, Valentine tropezó con uno de los juguetes de Jordan y encontró sus nalgas en el suelo. Cécile vino a rescatarla y la ayudó a levantarse, preguntándole si no se había roto algo.
-¡Ja esos malditos juguetes! gritó Valentín.
-Creo que tus pantalones tienen agujeros.
-Ho no más estoy sangrando.
-Ven vamos al baño, te voy a poner alcohol en la pierna.
Valentine se quitó los pantalones y Cecile no perdió el ritmo. Una vez en calzones, Valentín buscó alcohol para desinfectar.
-Maldita sea, se me acabó el alcohol, definitivamente hoy tengo mala suerte.
-Espera, encontraremos una solución.
De repente, Cecile se inclinó y puso sus labios sobre la herida de Valentine, ubicada en la parte posterior de su muslo.
-¿Pero qué estás haciendo? exclamó Valentín.
-Voy a chupar la herida, así hacíamos para tratar las llagas cuando éramos pequeños.
De repente una oleada de excitación invadió todo el cuerpo de Valentín, era sumamente placentero. Una vez que la herida se curó, Cecile se levantó y besó a Valentine en la boca. Un primer beso dulce después de más de veinte años de amistad. Las dos mujeres nunca se habían atrevido a admitir su atracción mutua. La temperatura subió un poco en este preciso momento.
-He estado soñando con este momento durante tanto tiempo. dijo cecilia
-¿Es verdad? Eres muy hermosa Cecilia.
-Gracias. ¿Quieres que vayamos a mi casa?
-¿Para qué?
- Mi marido llega tarde a casa esta noche, ¿podemos hacerlo en mi habitación si quieres?
-Eso está bien, pero tengo que recoger a Jordan de la escuela.
-Daño. De lo contrario, llámame cuando quieras, ¿de acuerdo?
-Se escucha.
Valentine volvió a ponerse los pantalones y guardó todos los juguetes de Jordan tirados en el suelo, y Cécile la ayudó al mismo tiempo. Una hermosa complicidad se instaló entre las dos madres. Entonces Valentine acompañó a Cecile hasta la puerta principal.
-Ja, quería decirte una última cosa. dijo Cecilio.
-Si te escucho.
-Para tu hijo Jordan deberías poner una caja grande de pañuelos en su habitación en mi opinión.
-¿Realmente por qué?
-Si no quieres pasarte la vida cambiando sus sábanas.
-Puede que no esté "goteando" todas las noches.
-Sí, pero cuando empiece a salir durante el sueño, pronto descubrirá que puede hacerlo manualmente.
-¿Tu crees?
-Sí, puedes creerme. Mi hijo es un año mayor que el tuyo y ya es muy activo.
-¿Es verdad?
-Ja, sí, ya me ha robado muchos de mis viejos catálogos de lencería.
- Es una locura, aún no ha cumplido los catorce años.
-A estas edades tienen las hormonas hirviendo, puedes creerme.
Valentine y Cécile se besaron por última vez en la boca antes de despedirse.
Antes de ir a buscar a Jordan a la escuela, Valentine en una pequeña nube, se desvistió y se acarició en el sofá, pensando en su amiga Cécile. Tuvo un orgasmo tan poderoso que no pudo evitar gritar...