Nos quedamos así hasta que Carole llega alrededor de las seis. Ella cae a la sala ya desnuda para arrojarse a mis brazos. Intercambiamos un largo beso, nuestras manos recorren el cuerpo amado, lentamente, nos mecemos en el sofá. Quedamos acostados, cuerpo contra cuerpo, entrelazados, solos en el mundo para sentir el cuerpo de su amor contra su cuerpo. Ella está debajo de mí, apoyo mi cabeza en su hombro.
–Cuánto tiempo es un día sin ti.
"¿Te quedaste aquí solo?"
– No, claro que no, salimos a dar un paseito con Sandrine, fuimos a enseñar un poco las nalgas.
- ¿Fue interesante?
– Solo un poco en Citroën.
Le cuento nuestro día, sin olvidar el encuentro con Yves. Carole sigue interrumpiéndome con besitos furtivos en la boca. Ella luce cansada.
-Esto no va ?
–Está bien, estoy un poco cansada, he tenido un día bastante difícil, reunión tras reunión, todo el día, mentalmente es agotador, me gustaría acostarme un rato en el sofá mientras me acaricias, d'OK ?
-Obviamente.
Me arrodillo a un lado de ella, Carole se estira en el sofá acostada boca arriba. Mi mano se desliza sobre su piel, tocándola, ella cierra los ojos, su rostro se relaja, una leve sonrisa aparece en sus labios.
– Sí mi amor, sí, así.
Mi mano recorre su cuerpo evitando los senos y el pubis, no quiero excitarla, solo quiero darle placer, que sienta mi mano caminando sobre su cuerpo. Su respiración se desaceleró lentamente, su estómago subía y bajaba lentamente. Elodie nos mira sentados en una otomana.
-Que espectáculo.
La miro, ella me sonríe.
– Es realmente maravilloso verte así, acariciando este magnífico cuerpo, ella dejándose llevar con evidente placer, es hermoso, simplemente hermoso.
“Tomo tanto placer como le doy, amo ese cuerpo perfecto, amo esa piel suave, amo todo sobre ella.
Carole comienza a reaccionar un poco, su estómago se ondula suavemente, mi mano se vuelve un poco más pesada.
– Sí, acaríciame mi amor.
Ahora paso por todo su cuerpo, incluidos los senos y el pubis. Ella se mueve cada vez más, abre un poco los muslos, mi mano se dirige a su seno izquierdo para acariciarlo y amasarlo, pero es mi boca la que aterriza en su pubis.
-Si si.
Mi lengua sale a explorar su montículo púbico, desciende hacia su sexo para pasar rápidamente sobre su clítoris y hundirse entre sus labios.
-Sí Sí Sí.
De repente, una mano se desliza entre mis piernas y tira. Giro, liberando su pecho, mi mano abre mis piernas para pasar una sobre ella. Entiendo lo que ella quiere y me coloco de pies a cabeza para presentar mi vulva goteando jugo de amor a la espera de ello. Nuestras bocas lamen, chupan, nuestras lenguas hacen cosquillas, nuestros dientes mastican hasta explotar en un sublime orgasmo simultáneo. Permanecemos en la misma posición hasta que nuestros cuerpos estén calmados y relajados. Me levanto para enderezarla y me siento a su lado. Ella apoya su cabeza en mi hombro.
“Estoy feliz, muy feliz.
-Yo también cariño.
Nos quedamos así hasta que llega Elodie a las siete. Viene a besarnos, se viste para que podamos tomar una copa alrededor de la mesa de café. La discusión va desde el clima templado hasta el trabajo algo trenzado. Ella todavía termina teniendo sexo. Sandrine quiere presentarle a Elodie la sodomía.
–Siempre lista para una iniciación a la sodomía.
–Sí, si eres tú quien me inició.
-Claro que seré yo, no dejaré que nadie te desvirgue el culo. Pero primero, en la mesa, tengo hambre.
Comemos bastante rápido, Sandrine lo había preparado todo. Al final de la comida, Elodie y Sandrine van a mi baño. Aprovecho esta oportunidad para acostar a Carole en el sofá y cuidar su coñito.
-Déjate hacer.
Ella no se mueve, se entrega al placer. Veo su estómago subir y bajar lentamente, con calma, cierra los ojos, el rostro sereno. Mi lengua se desliza entre sus labios, apenas le hago cosquillas leves al clítoris para huir muy rápido al perineo. No quiero excitarlo demasiado rápido. Este caballito dura unos minutos, su vientre empieza a ondular con más fuerza. Ella se encabrita un poco para darme aún más sexo, abro la boca para tragarla, mi lengua se activa entre sus labios y vuelve a su clítoris. Mis labios se aprietan sobre él, lo succionan mientras mi lengua le hace cosquillas, es demasiado, explota.
–OOOOOHHHHH sí mi amor, sí, sí, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Deslizo mis manos debajo de sus nalgas para apretarla contra mí, bebo su jugo de amor con deleite, yo mismo estoy al borde del placer tanto que disfruto haciendo cantar este maravilloso cuerpo. Su cuerpo se relaja, se deja llevar por el sofá, con los ojos cerrados, volteándose ligeramente de lado. Me incorporo, ella está ahí frente a mí, calmada, saciada, desnuda, hermosa. Se me llenan los ojos de lágrimas, me doy cuenta de lo mucho que amo a esta chica, ya no puedo estar sin ella, es la mujer de mi vida, solo espero ser de ella. Sandrine y Elodie llegan saltando.
“Tomaste mucho tiempo para un simple enema.
– Quien te habla de un simple enema.
– Ok, ok, ¿dónde haces eso?
– Ahí, en la otomana, quiero que esté cómodamente instalada.
-Correcto.
Miro a Carole en el sofá, está durmiendo!!!! Creo que el día fue particularmente difícil. Sandrine y Elodie juguetean con los dildos en la mesa de café, toman varios, uno cilíndrico pequeño, uno realista más grande y otro realista mucho más grande, con un glande muy grande.
– Este, solo si siento que puedo soportarlo, quiero llegar lo más lejos posible, pero poco a poco, ¿de acuerdo?
-DE ACUERDO
Elodie se acuesta boca abajo en la otomana. Sandrine se cepilla el ano con grasa caliente.
–Hummmmmm, está bien, ¿puedes deslizar un dedo?
-Por supuesto cariño.
Sandrine mete su dedo medio en su lavadora, avanza y retrocede lentamente a lo largo de toda su longitud, agrega su dedo índice mientras continúa con su avance y retroceso.
-El consolador, ahora.
Sandrine posiciona el dildo y empuja, se hunde completamente sin ningún esfuerzo.
-Tu trasero está hecho para esto.
-Yo también lo creo, vamos, fóllame.
Sandrine acelera el movimiento, sus vaivenes son cada vez más rápidos, el dildo se desliza libremente entre sus nalgas.
–El otro, ya casi no lo siento.
Unto el segundo consolador con grasa y se lo entrego a Sandrine. En un santiamén, el segundo reemplaza al primero y se hunde hasta las bolas.
– Sí, me siento mejor con este, adelante, aplasta mi cebolla.
Sandrine se vuelve loca con su ano, pero veo que el consolador se seca cada vez más. Lo engraso sin interrumpir a Sandrine que siempre está trabajando como loca. Elodie reacciona cada vez más, sus nalgas se mueven, arquea la espalda para ofrecerles aún más.
–Sí, sí, siento que mi culo se relaja y se ablanda, el dildo se desliza cada vez con más libertad, cambia al más grande, quiero tenerlo en mi culo, quiero expandir mi culo lo más posible.
Sandrine me mira para que le prepare el dildo. Lo engraso, mis dedos apenas pueden rodearlo, debe tener cinco centímetros de diámetro, tengo un poco de miedo por Elodie, personalmente, me tomó mucho más tiempo llegar, pero me parece que en el mejores condiciones posibles para hacerlo. Le doy el consolador a Sandrine. Retira el otro, veo que el ano de Sandrine permanece abierto, listo para recibir el engranaje.
“Cuidado, aquí viene el monstruo.
– Ve despacio, pero con firmeza.
-DE ACUERDO.
Sandrine presenta el glande en su lavadora que comienza a cerrarse. Ella empuja un poco.
-Sí, ve.
Sandrine fuerza un poco más, el glande extiende la arandela y se hunde un poco más. El progreso es lento pero continuo.
–Sí, despacio, continuamente.
El glande vuelve a hundirse, veo el ano de Elodie estirado al máximo, su arandela está casi blanca, de pronto el glande desaparece, el esfínter se cierra sobre él y el dildo se hunde un poco más.
- Ay carajo, eso es, lo tengo en el culo, que pie, que pie, anda cariño, anda, machácame.
Sandrine empuja el consolador hasta las bolas, comienza con movimientos lentos y largos de ida y vuelta, acelerando el movimiento. Estos ida y vuelta son cada vez más largos, hasta que el consolador sale del ano de Sandrine para hundirse de nuevo en el segundo que sigue. Cada vez que sale, veo el ano de Elodie abierto de par en par esperando su regreso. Tomo mi teléfono para tomar fotos de esta lavadora abierta de par en par que revela un recto rosado.
-Sí, sí, ay sí, carajo qué pie, qué pie, anda, cógeme, que me voy a correr, que me voy a correr.
Sandrine no baja el ritmo, hasta que Elodie estalla en un gigantesco orgasmo. No puedo creer que sea la primera vez que la sodomizan, y disfruta. Sandrine frena hasta detenerse mientras deja el consolador en el ano de Elodie que permanece inerte sobre el puf. Saco el dildo cuando la veo moverse un poco. Se sienta, ahí noto que tenía la mano derecha en el pubis. Entiendo mejor por qué disfrutaba así.
– Oh la la, qué pie, rápido Cartouche.
-Es cuando quieres mi hermosa.
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