Sandrine toma mi lugar y se desata sobre la vulva de su amante. Florence se puso rígida de nuevo y disfrutó de nuevo. Sandrine no la suelta y la hace correrse dos veces más seguidas en el espacio de tres minutos. Veo que Florencia no puede más, está a punto de desmayarse. Me deslizo entre las piernas de Sandrine y le hago cosquillas en el ano. Ella reacciona rodando sobre su espalda y doblando sus piernas sobre su pecho.
- Sí, me gusta, hazme cosquillas con el puck.
Me inclino sobre su disco mientras Florence se deja ir en la cama. Está relajada, su rostro sereno, su respiración lenta y profunda, está digiriendo lo que acaba de vivir. Mientras tanto, Sandrine se retuerce bajo mi lengua, se masturba para disfrutar violentamente.
–AAAAAAHHHHHH
Me incorporo, Carole acaricia a Florence con una mano ligera, solo para darle el placer de una mano suave sobre la piel. Florence disfruta con los ojos cerrados y una leve sonrisa en los labios. Ella se endereza un poco.
- Joder, que pie, sois unos diablos los tres, pero si todo el tiempo es así, quiero acabar en el infierno. Que puto pie, que pie.
Sandrine se acuesta a su lado y la besa, acariciando su vientre y sus pechos. Me levanto para ver a Guillaume que se ha movido y nos observaba desde la ventana de su dormitorio. Me habla de su placer levantando el pulgar. Le hago una pequeña seña discreta para que desaparezca, temo que Florencia se lo tome a mal. Todos se levantan y van a la sala.
–Chicas, es hora de pensar en comer, las invito al restaurante, tengo un amigo que se aleja un paso de él, hasta podemos caminar.
- No para mí, me tengo que ir. Nos vemos el domingo mi amor.
Florence besa apasionadamente a Sandrine. Se viste, solo lleva un vestido muy bonito, ajustado, que le llega a la mitad del muslo, pero con una abertura bastante alta en la espalda, no estamos lejos de las nalgas, en sus medias de imitación de medias. Nos deja después de besarnos a todos. Todos nos ponemos una falda, un corpiño y nuestras chaquetas. Afortunadamente, Sandrine tiene el mismo tamaño que yo, le presto un par de bombas. Después de haber reservado nuestra mesa, salimos del apartamento. El comando de choque está en camino. Ha caído la noche, y la temperatura también, estamos bajo cero.
–Les advierto chicas, vamos a casa de una amiga, así que mantengamos la calma y la mayor discreción posible.
–Excepto que les vamos a enseñar el culo cuando entremos al restaurante.
–Sí, pero una vez en la mesa nos comportamos normalmente, ok.
-DE ACUERDO
-DE ACUERDO
Caminamos de frente, cogidos del brazo, las calles están bien iluminadas y no pasamos desapercibidos. Siento el ataque del frío, pero me excita aún más, utilizo un poco mis muslos para tratar de masajear mi clítoris, después de unos minutos, siento mi semen en el borde de mis labios, mi sexo está caliente.
– Qué gran espectáculo.
Nos detenemos, nos damos la vuelta y vemos a una mujer muy bien conservada de unos sesenta años, envuelta en un pesado abrigo.
– Me dan escalofríos chicas, pero reconozco que admiro mucho sus hermosos glúteos, no creo que me avergüence decirles eso, para eso están aquí, ¿no?
– Efectivamente, enseñamos el trasero, creo que merecen la pena.
- Puedes decir eso. Mi gran pesar será sólo haber podido admirarlos, me hubiera gustado tanto pasar mis manos sobre ellos para acariciarlos.
Nos mira con tristeza, quiero hacer algo por ella. Miro a mi alrededor y veo una gran puerta abierta a un porche a solo diez metros de nuestra acera.
“Tal vez podamos resolver esto, síguenos.
Llevo a las chicas al porche, una vez dentro, le doy la espalda a la señora, levantándome la falda.
– Adelante, diviértete.
Carole y Sandrine se sientan a mi lado y también le ofrecen sus nalgas. La señora pone sus manos sobre las mías, están muy frías y me provoca un escalofrío de placer por todo el cuerpo. Los acaricia, los amasa para mí, para pasar a Sandrine, luego a Carole. Creo que ya ha tenido suficiente, pero vuelve a mí, una mano se desliza entre mis globos, pasa por debajo del perineo y me hace cosquillas en la vulva, la otra todavía está en mis nalgas.
- Oh, veo que te gusta.
-Yo adoro.
La presión va en aumento, especialmente porque tiene algo de experiencia. Abrí mis muslos un poco cuando sus manos me dejaron para ir sobre Sandrine y Carole. Ella divide su tiempo entre nosotros tres. Cuando vuelve a mí, al notar que el pasaje está más abierto, me da la vuelta para quedar frente a ella, nos pone a todos en un arco a su alrededor.
-Quédense quietas chicas.
Se pone en cuclillas frente a nosotros, siento su boca aterrizar en mi vulva. Su lengua se activa por un minuto, llevándome al borde del orgasmo, toma mi mano derecha y la coloca sobre mi vulva.
- Habla contigo mismo.
Le obedezco sin hacerme preguntas y me acaricio suavemente. Ella hace lo mismo con los otros dos antes de volver a mí. Ella extiende mi mano y comienza a lamerme con su lengua, sube lentamente, cuando llega a mi clítoris, exploto en silencio en un magnífico orgasmo. Me bebe hasta la última gota y luego se vuelve hacia Sandrine. Mismo motivo, mismo castigo, unos minutos y Sandrine explota en su turno, seguida dos minutos después por Carole. Nos da un beso en cada uno de nuestros sexos y se recupera.
-Gracias chicas, sois maravillosamente hermosas, pero también deliciosas, hacía mucho tiempo que no sentía tanta felicidad mientras bebía este néctar. Gracias chicas.
Se da la vuelta y sale a la calle. Nos miramos y nos echamos a reír. Vamos al restaurante. Pierre, su dueño se me acerca y me besa de forma amistosa, hace lo mismo con las dos niñas.
-Les he reservado su mesa, buenas noches chicas.
Llega un servidor.
-Hola Julio.
-Hola León.
"Síganme señoras.
Atravesamos toda la sala pasando por en medio de las mesas. Montados en nuestros salones, la parte inferior de nuestras faldas queda por encima de las mesas. Los clientes solo pueden ver nuestras nalgas desnudas pasando centímetros de sus narices. Además, con lo que acabamos de vivir, la parte superior de nuestros muslos debe brillar. Solo escucho un comentario algo despectivo de una mujer de BCBG, pero eso es todo. Nos sentamos en mi mesa de siempre, es redonda, podemos comer allí para seis, Pierre nos ha dispuesto de cara a la sala, el mantel no baja mucho, se nos ven las piernas, que mantenemos apretadas. Justo detrás de nosotros llega una pareja, mirando la habitación, noto a una mujer sentada en una mesa a cuatro o cinco metros de nosotros, debe tener treinta años como máximo, bastante bonita con un vestido rojo que le llega a la mitad del muslo. Ella me mira. Leo nos trae las cartas.
Mientras elijo, miro hacia arriba y me encuentro con la mujer que ha abierto ligeramente las piernas, mostrándome un par de bragas blancas. Todavía me mira con una leve sonrisa. Separé mis muslos un poco, su mirada bajó al nivel de la mesa. Su sonrisa es más franca. Pasamos junto a ella, ella sabe que estamos desnudos debajo de nuestras faldas, obviamente vio nuestras nalgas en el aire. Pedimos y bebemos el aperitivo que nos ofrece Pierre. Veo que la mujer ha abierto más los muslos, yo hago lo mismo. Esta situación me excita, y siento que mi coño se humedece cada vez más, debe brillar como un faro. La mujer me mira y se lame las chuletas. Le sonrío.
Leo nos sirve los entrantes, comenzamos a comer discutiendo que podemos hacer después. La mujer se levanta y va al baño. Cinco minutos después, regresa y se sienta en su lugar. La miro, ella me fija y abre sus muslos. No tiene bragas, me muestra su vulva sin pelo que, como la mía, brilla intensamente. Me sonrió sin cerrar los muslos. Le sonrío. La comida va bien, comemos deliciosamente bien. Al final de la comida, me levanto para ir al baño. Cuando salgo del cubículo del baño, ella está allí, apoyada en los lavabos, obviamente me está esperando. Ella me mira y viene hacia mí, mirándome directamente a los ojos. Sin una palabra, mete la mano debajo de mi falda y la placa contra mi pubis.
-Lo quiero.
-No hay problema.
Su dedo medio se pliega y se desliza entre mis labios para hundirse un poco en mi vagina muy húmeda. Retira la mano y se lleva el dedo a la boca para chuparlo.
-Delicioso.
Meto mi mano debajo de su vestido para hacer lo mismo con ella y chupo mi dedo.
-Delicioso.
Ella se echa a reír.
– Bueno, ahora que nos echamos unas buenas risas, si de cosas serias estuviéramos hablando.
- ¿Cuáles?
– ¿Cuándo nos volvemos a ver?
-En realidad ?
– Sí, me enamoré de tus nalgas, tengo que acariciarlas, besarlas, abrazarlas, y ahora que las he probado, cuida tu sexo también, en fin te quiero.
Ella me entrega una tarjeta de presentación.
– Llámame cuando quieras, por cierto, ¿cómo te llamas?
–Julie, no te preocupes, te llamo, siempre estoy lista para conocer gente nueva. ¿Puedo saber tu nombre?
-Elodie.
Dejo el baño para unirme a Carole y Sandrine. Les cuento lo que me acaba de pasar justo cuando la mujer sale del baño. Me sonríe mientras pasa junto a mí y se sienta. Abre los muslos, los pantalones están de vuelta, pero un pequeño halo es claramente visible. Intercambiamos una sonrisa, pero muy pronto su sonrisa desaparece, mira a su acompañante y no parece muy feliz. Después de pagar, salimos del restaurante y caminamos por las calles, tomados del brazo durante una buena hora. Hay una brisa ligera que levanta levemente nuestras faldas y refresca nuestra vulva. Estoy aturdida, me mojo al punto que mi jugo de amor corre por mis muslos, acentuando el efecto del frío. Un poco cansado, vencido por el frío cada vez más intenso,
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