Yo me pongo la falda, el corpiño y la chaqueta, ella solo se pone el abrigo y el corpiño, ya no tiene pantalones. Tomamos el metro, línea 4 y luego línea 1 hasta Châtelet, Carole siempre detrás de mí me fotografía mis nalgas en el aire, pero en el metro es menos interesante, nos bajamos en Georges V para hacer algunas compras en los Campos, Carole quiere comprar una o dos faldas para ser como yo. Entramos en una boutique algo trendy que ella conoce, mi outfit está causando sensación, todos los dependientes me miran. No hay muchas opciones, no es la temporada de las faldas cortas, pero hay dos modelos de faldas que le pueden interesar y tres corpiños. Carole entra en un probador, no corre la cortina del todo.
–Adelántate, pero no te escondas demasiado.
Entiendo su paseo, me coloco frente a la abertura sin bloquear completamente la vista. Se desviste por completo, está desnuda frente a mí y es visible desde gran parte de la tienda. La detallo una vez mas con mucho gusto esta muy guapa con sus hermosos pechos altos y firmes, sus lindas caderas y sus soberbias nalgas, cada vez estoy mas bajo el hechizo. Ella me sonríe, se pone una falda y un corpiño. Sale a mirarse frente a un espejo, lado izquierdo, lado derecho, a priori le sienta bien. Termina dando una vuelta completa sobre el terreno, que deja al descubierto por completo sus nalgas y su terso pubis. Ella me mira sonriendo. Creo que si camina vestida así conmigo en los Campos, estará bien.
–Además, podemos divertirnos.
Vuelve a la cabaña, y se desnuda, una vez desnuda, me hace señas para que entre. Voy, ella se arrodilla, me levanta la falda y se tira sobre mi coño. Su lengua se desliza entre mis labios, mordisquea mi clítoris, lo chupa, lo chupa tanto que disfruto presionándolo contra mi polla en menos de dos minutos. Todo eso, el telón no cerrado del todo. ella se recupera
-Me gusta tu jugo, tomaría una dosis un poco más tarde.
– A su disposición, pero me gustaría devolverle la cortesía.
–Después hay que elegir la chaqueta.
Se viste, toma las dos faldas y los dos corpiños, pero ninguna de las chaquetas presentadas le agrada. Decidimos ir a otra tienda, después de varios intentos, encuentra una chaqueta muy cómoda y abrigada. Entra en un probador, no corre del todo la cortina y se desnuda por completo. Nuevamente, ella está desnuda frente a mí y visible desde la mitad de la tienda. Veo que es como yo, le gusta presumir.
–¿Es necesario estar desnudo para probarse una chaqueta?
–No, pero no puedo probármelo con mi abrigo.
-DE ACUERDO.
Entro en la cabina y me arrodillo frente a ella, pongo mis manos en sus nalgas, la atraigo hacia mí y pongo mis labios en su sexo. La lamo, deslizo mi lengua entre sus labios, vuelvo al clítoris que chupo, chupo, mordisqueo hasta sentirla explotar en un soberbio orgasmo. Sus manos acarician mi cabello. Me enderezo, ella me atrae hacia ella y nos besamos con ternura. La dependienta abre la cortina, estamos entrelazados, ella desnuda y yo en microfalda con una mano en mis nalgas, ella sonríe al vernos.
“Hola señorita, ¿se encuentra bien hoy?
–Muy bien Céline, te presento a mi amiga Julie.
-Hola señorita.
– Hola Céline.
Salgo de la cabaña, Celine ayuda a Carole a vestirse, pero sus manos realmente arrastran demasiado su cuerpo, la acaricia sin olvidar nada, incluido el sexo.
Carole sale de la cabina con un corpiño y una microfalda, se pone la chaqueta que le queda perfecto. Le pide a Céline un bolso grande para poner las cosas que llevaba y poder dejar su bolso que es bastante voluminoso, a lo que Céline acepta con gusto. Se mira de nuevo en el espejo.
– Genial este conjunto.
Salimos de la tienda bajo la mirada atónita de las demás vendedoras.
-¿La conoces bien?
–Sí, cada vez que vengo aquí nos divertimos un poco, ella es muy hermosa y es una formidable pastora de gatos.
-Veo.
Caminamos del brazo en los Campos, veo mucha gente detrás de nosotros, no pueden creer lo que ven. Al rato llegamos a la estación Charles de Gaule Etoile, decidimos tomar el RER. El primero que aparece es para Boissy Saint-Léger, eso servirá. Hay dos mujeres detrás de nosotros en el muelle, están a cuatro o cinco metros de distancia mirándonos, debe ser para tener más perspectiva. Llega el RER, llevo a Carole a otro coche, las mujeres nos siguen. Subimos al tren, no hay casi nadie, subimos las escaleras balanceándonos las faldas, las mujeres nos siguen siguiendo. El piso solo está ocupado por una persona al principio. Vamos a la parte de atrás del auto, Carole aprovecho para poner una mano en mis nalgas levantando mi falda. Elegí un banco completamente libre para sentarme cara a cara. Abro las piernas para mostrarle mi polla a Carole, ella hace lo mismo. Nuestros sexos son visibles para todos.
-Eso brilla ?
– Sí, ¿y la mía?
-La tuya también.
–Es un poco normal después de lo que acabamos de vivir.
Entonces es cuando una de las mujeres se sienta a mi lado, la otra mujer al lado de Carole. Su abrigo cubre sus piernas hasta las pantorrillas. La mujer frente a mí me mira.
-Tiene una vulva muy hermosa señorita, y a priori, que requiere que la cuidemos si confío en lo que veo.
-¿Y qué ves?
– Dos magníficos labios muy brillantes que encierran un clítoris que sólo pide ser expresado, ¿me equivoco?
-No realmente.
Me sonrió mientras colocaba su mano sobre el muslo de Carole, que no se movía. La otra mujer hace lo mismo conmigo, no me muevo. Sus manos se deslizan por nuestros muslos, no encuentran ningún obstáculo dado el largo de nuestras faldas. La mano de la mujer llega a mi pubis, se aplana sobre él, la otra mujer hace lo mismo con Carole. Hacen exactamente lo mismo con cada uno de nosotros.
–¿Qué tan suave es esta piel, puedo prospectar más?
-Claro.
Su mano, al igual que la de su acompañante, baja un poco hasta llegar a mi sexo. Su dedo medio se desliza entre mis labios cada vez más húmedos, se hunde lo más posible, su pulgar me hace cosquillas en el clítoris. Veo a Carole ondulando ligeramente el bajo vientre bajo las mismas caricias de la otra mujer. También empiezo a ondular la parte inferior del abdomen abriendo los muslos tanto como sea posible, como Carole. La mujer nos mira.
- ¿Te gusta presumir?
-Sí
– ¿Frente a un cierto número de personas?
Miro a Carole que asiente con la cabeza.
-Sí
–Así que síguenos, vamos a un gran lugar, no te preocupes, es muy bueno.
Nos miramos, puedo ver por la apariencia de Carole que está dispuesta a hacerlo.
– Bien, ¿dónde está?
–Debe bajarse en Châtelet les Hales.
-DE ACUERDO.
Nos empujan con los dedos, empiezo a subir las torres, se me tensa el estómago, pero el tren frena, hemos llegado. Se miran, nos sueltan y se chupan los dedos.
-Delicioso.
Todos se levantan, estoy un poco asombrado, y noto que Carole es como yo, no estábamos lejos de disfrutar los dos. Salimos de la estación. Hablamos mientras caminamos, sus nombres son Jeanne y Hélène. Los seguimos en el distrito de Châtelet-les-halles para llegar frente a un sex shop. Entramos, me sorprende el calor que reina en la tienda. Hay poca gente, llama la atención la entrada de cuatro mujeres, no es habitual. Todavía hay otras dos mujeres, un total de una docena de personas. Inmediatamente, Jeanne se dirige al vendedor.
– ¿Podemos hacer como de costumbre?
–Claro Jeanne, es gratis, vas a tener espectadores.
–Y además, tengo nuevos seguidores.
Se vuelve hacia Helen.
-Vamos.
Hélène se une a ella, se para frente al mostrador y comienza a desabotonar sus abrigos. A medida que los granos se deshacen, revelan su piel desnuda. Me doy cuenta de que están desnudos debajo de sus abrigos. Se desnudan lentamente, como en un striptease. Cuando están desnudos, se dan la vuelta y le dan sus abrigos al vendedor. Son soberbias, y como nosotras, rapadas. Hélène llega a Carole.
– ¿Tienes ganas de hacer lo mismo?
“Sí, por supuesto, y estoy seguro de que Julie también.
-Claro.
-Vamos.
Nos vamos a parar frente al mostrador y vamos a empezar un striptease de cojones, solo que añadimos una variación, soy yo quien desviste a Carole y es ella quien me desviste, nos desnudamos alternativamente. Veo a dos hombres que se masturban, pero mantienen una distancia respetable. Al cabo de unos minutos, somos cuatro mujeres desnudas en un sex shop frente a cinco hombres y dos mujeres. Jeanne va a una de las mujeres. Ella parece estar en sus cincuenta.
-Y tu ?
-No
Ella se vuelve hacia el otro.
-Y tu ?
-Porque no.
Viene a pararse frente al mostrador y se vuelve hacia el mundo. Debe tener poco más de veinte años. Ella me mira y me hace señas para que me acerque a ella. Entiendo lo que quiere y se quita el abrigo. Le desabrocho el corpiño lentamente, acariciándola. Ella no usa sostén, y deja al descubierto un seno muy bonito y firme. Paso mis manos sobre sus pechos para separar los lados de su corpiño y quitarla antes de atacar los pantalones. Deslizo la cremallera, abro los lados del cinturón y lo deslizo hacia abajo. Descubro un hilo blanco ligeramente manchado entre las piernas. La miro, ella me sonríe, levantando las cejas. Se quita los pantalones, los pone sobre el mostrador y pone mis manos en sus caderas. Mis manos se deslizan entre la banda elástica y su piel, con las palmas presionadas contra sus caderas. Se aprietan en la parte superior de las nalgas y se deslizan hacia abajo, acariciando sus dos magníficos globos de carne y revelando un pubis suave. Siento su escalofrío. Acaricio sus nalgas y sus piernas hasta los tobillos. Ella levanta los pies, yo me enderezo y pongo su tanga en el mostrador. Jeanne se acerca a ella.
…/…