Hola, es tu licra loca.
Aquí estoy iniciando un tercer capítulo para esta historia que tiene mucho éxito hay que reconocerlo.
Así que soy Coralie que, mientras hacía autostop, conoció a Geneviève ya su conductora Muriel. Soy estudiante de la Universidad de Orsay en Essonne y vivo en Luigny en Eure-et-Loir. Geneviève es una rica heredera que ha gestionado muy bien su patrimonio y que ahora se encuentra al frente de varias empresas prometedoras y fuentes de grandes beneficios. Fue en su prestigioso coche procedente de la localidad inglesa de Crewe que nos conocimos. El encanto y la clase de esta mujer me hizo sucumbir a ella, no sé si fue por las mismas razones, pero creo que había un sentimiento compartido. Me mimó muchísimo y sobre todo descubrimos nuestros cuerpos tomándonos nuestro tiempo en cada viaje. Ahora venimos a mojarnos el uno al otro y sobre todo hacemos pequeños placeres pensando el uno en el otro. Jamás hubiera pensado que una mujer me pondría en este estado, yo que en clase me tomaba el tiempo de mirar a los chicos y su culito.
En el último viaje cuando me llevó a casa de mis padres, me encontré arrodillado entre sus piernas para deleitarme con su néctar íntimo. Fui yo quien había tomado la iniciativa de deslizarme entre sus piernas, para mi sorpresa y por primera vez en mi vida quise poner mi lengua sobre el albaricoque de una mujer. Su perfume sumado a su olor íntimo me puso completamente de cabeza. Esa noche, cuando llegué a casa, Geneviève me había dejado una bolsa con una larga carta. Pasé unos momentos con mis padres antes de correr a mi habitación para ver el contenido. Allí, oh gran felicidad, había ropa muy traviesa, no había nada provocativo, pero la mujer que lo usaba debe haber sido buena consigo misma. Así vestida, no cabía duda, los hombres me iban a dar la espalda.
Había varias tangas que me apresuré a ponerme y no pude evitar acariciarme el higo con ellas. En dos segundos el trozo de tela se empapó de jugo de amor, de repente lo cambié y en pocos minutos las cinco finas bragas quedaron impregnadas de mi néctar íntimo. Luego me puse los hermosos bodys de lycra, me quedaron perfectos y resaltaron mi cuerpo. No se puede negar que Geneviève tenía buen ojo para mi plástico. Estaba tan emocionada de probarme todo, como las dos faldas cortas sintéticas de efecto mojado en rojo. Tuve que cambiar algo al menos tres o cuatro veces, así que Geneviève me había echado a perder en la bolsa. También había dos pares de zapatos de salón, uno negro, otro rojo con, para los conocedores, las suelas rojas. Seguro,
- Geneviève, con este pequeño SMS quería agradecerte todo lo que me has dado hoy.
Fue con estas palabras que le hice saber cuánto me habían dado placer sus regalos.
- Coralie me alegra mucho que te guste la ropa que te compré.
- Me encantaría que me enviaras fotos de tus accesorios.
- Espero que con esos atuendos que resaltan tus formas ventajosas, tengas un poco más de confianza en ti mismo y que los hombres te miren de manera diferente.
- Creo que yo era tan hermosa como tú a tu edad por eso me gustaría resaltar tu encanto y tu belleza.
Mientras Geneviève me enviaba muchos mensajes de texto, tomaba fotos que le enviaba, estaba un poco avergonzada porque mis tangas y mis bodys estaban marcados con humedad en la entrepierna. En tanto mi benefactora se dé cuenta, creo que tendré derecho a un comentario, al mismo tiempo creo que debe haber sospechado que tales guarniciones me debían poner en todos mis estados.
Me estaba dando cuenta de que estaba así de cerca de enviarle fotos mías desnuda. El ceñido vestido de lycra y los monos dejaban visibles las puntas de mis senos erectos. Me hizo gracia sentirme tan ofrecida y obediente a Geneviève, pero había algo mágico entre nosotras. Tuve que tener cuidado con las tiras porque el perejil sobresalía de la bolsa. Qué iba a hacer con todas esas fotos que le envié, se iba a hacer cosquillas en el culo al mirarlas. De alguna manera estaba un poco orgulloso de mostrarle cómo me veía en lo que acababa de darme.
- Eres encantadora y muy deseable en todos estos conjuntos.
- Ya verás, los hombres se volverán contra ti.
- Voy a dejar de mirar las fotos, porque me estás haciendo mojar las bragas.
- Lo mejor es que te deje pasar la velada tranquilamente, te doy besos muy grandes.
Después de eso me obsequiaron con el silencio de la radio, le envié algunas fotos más y luego me puse uno de los soberbios bodys de lycra para bajar a comer. Tenía prisa por terminar la comida para poder volver a subir y sacar brillo a mi cartón antes de quedarme dormido. Geneviève me había metido en este bolso para transformarme en vampiresa y ya me imaginaba vestida así la próxima semana para ir a clase. Así fue como esa noche a eso de las diez estaba en la cama con mi body y unas soberbias medias opacas. Hoy acababa de pasar varios hitos, a saber, dar placer a una mujer con mi lengua y deslizar mis dedos entre mis piernas mientras pensaba en esta mujer con ropa que me había dado. Esa noche estaba tan cachonda que logré correrme tres veces antes de quedarme dormida alrededor de la medianoche.
A la mañana siguiente cuando bajé a desayunar me había dado una ducha y sobre todo iba vestida con un vestido sexy. Tenía derecho a un comentario de mis padres, les expliqué que era un amigo que me lo había prestado para ver si me convenía. Me dijeron que el vestido me sentaba perfectamente, que resaltaba mis curvas maravillosamente, tal vez un poco demasiado. Así pasé toda la tarde estudiando vestida así con la mirada de admiración de mis padres. Alrededor de las seis, recibí un mensaje de Geneviève, el primero del día.
- Así que mi amor como estuvo tu día, has trabajado bien.
El hecho de que ella me llame "mi amor" fue divertido para mí, incluso si no me importaba.
- Te diré Genevieve, trabajé todo el día con el hermoso vestido negro ajustado que me diste.
Ya que estamos en el secreto, les voy a decir que mi gatita no para de sudar desde ayer...
- Si no ves ningún problema me gustaría pasar a buscarte mañana a eso de las cuatro.
- Le pediré a Muriel que tome el camino de los escolares, historia que permanecemos juntos por más tiempo.
Ya estaban sucediendo muchas cosas en esta magnífica limusina, Geneviève claramente tenía planes para que nosotros fuéramos aún más lejos.
- Para mi mayor placer, recógeme a las cuatro.
Qué pensará Muriel de esta forma de hacer las cosas, no creas que es tonta, rápidamente comprenderá, si es que no lo ha hecho ya, que no estamos hablando solo en la parte de atrás del coche. Ella también era muy deseable y llegué a decirme a mí mismo que no estaría en contra de quedarme con ella también. Su falta de pecho le daba a Muriel un lado andrógino, sus ojos hábilmente maquillados me daban ganas de empujarla cada vez que la besaba. Esa noche, como el día anterior, no pude evitar hacerme bien en varias ocasiones probándome los conjuntos de Geneviève y calzándome los soberbios zapatos de tacón.
No tardé mucho en conciliar el sueño y al día siguiente, cuando me desperté, sólo pensé en una cosa, encontrar a Geneviève en la intimidad acolchada de su coche. Aunque estaba caliente como brasas, logré mantenerme enfocado para revisar y trabajar; en eso estaba bastante contento conmigo mismo. Todo transcurrió como siempre con mis padres y cinco minutos antes de la reunión salí con mi equipaje hacia la iglesia donde me esperaban Geneviève y Muriel. Besé a Muriel y aproveché para saborear su perfume, lo que me preocupó, luego besé a Geneviève que me agarró la cara y posó sus labios en mis mejillas. De lejos, las personas que nos hubieran podido ver habrían creído que eran besos maternos. Si no hubiéramos estado en la calle, a la vista de todos, Creo que habría besado a Geneviève en la boca. Charlamos unos momentos antes de que Geneviève le diera instrucciones a Muriel y los tres nos apresuráramos a subir al vehículo.
Había empujado el vicio para salir con el magnífico atuendo que tenía desde hacía menos de cuarenta y ocho horas, esto acompañado de uno de los dos pares de zapatos de tacón barnizados. A primera vista, pude ver que Geneviève agradeció mi gesto. Una vez instalados en el coche, estuvimos bien sólo unos instantes, una vez más fui yo quien tomó la iniciativa viniendo a besar a Geneviève. Al principio, Genevieve fue solo pasiva, antes de volverse emprendedora en nuestro largo beso. Como siempre, era yo quien estaba arriba y sentí las manos de mi mayor venir a caminar sobre mis piernas enfundadas. Para decirte lo emocionado que estaba, el más mínimo movimiento de sus dedos en mis muslos me hizo saltar de placer. En unos segundos, sus dedos estaban a la altura de mi entrepierna y estoy seguro que ya estaban todos mojados con mi jugo de amor. Cuando vi como estaba cambiando en mi cuerpo, decidí hacer lo mismo también, hundí mi mano directamente entre sus piernas.
Todavía debemos estar en mi pueblo y los dos nos estábamos follando, no hay otras palabras. No sé si fue tan agradable con todas las mujeres, pero disfruté mucho besando a Geneviève.
- Me mojas como no te imaginas, niño hermoso.
El hecho de que ambos estemos en este pequeño espacio acolchado, el olor de nuestros perfumes, el olor de su gatito, todo estaba allí para emocionarme al máximo. No dudó en morderme los labios y me complacía mucho mirarla de vez en cuando en sus ojos azules. Yo estaba cada vez más desatado y tomé la iniciativa de, por así decirlo, hacerla acostar en su asiento que bien podría convertirse en una cama pequeña. Mi pareja estaba, por así decirlo, acostada, pero tenía el pie derecho en el suelo, de manera que podía deslizarme entre sus piernas cubiertas de lycra. Este frenesí sexual lo descubrí en mí y fue Geneviève quien me puso en condiciones favorables para esta relajación de mis tabúes.
Ahora mi pareja estaba completamente tumbada y se dejaba hacer para mi mayor placer. Acaricié la totalidad del interior de sus muslos y no tuve dudas, dadas sus reacciones, le encantó mi actuación.
"Eres divina, querida.
Ya sin poder resistir la tentación me deslicé entre sus piernas para poder ver, tocar, oler y saborear el jugo de amor de sus bragas. Empezó a chillar de placer, yo empezaba a tener miedo de que Muriel escuchara todo. Sin duda, sintiendo mi preocupación, Geneviève puso un disco, casualmente era George Michael con sus canciones más sensuales. La calidad del sonido que salía de los altavoces del coche era impresionante, pero creo que, dado el volumen, Muriel debió sospechar algo. Después de haberlo lamido durante mucho tiempo, le quité las bragas a mi pareja, por segunda vez tenía acceso directo a su coño, el cual me apresuré a lamer. El sabor era divino, mucho mejor que el de las bragas que me dejó.
Si se me permite decirlo, ahí estaba un producto fresco con toda la calidez que le da, con todo su vello púbico que permite que se extienda mejor el olor a niña abandonada. Estaba haciendo cunnilingus a una mujer mayor que mis padres y yo estaba en la iniciativa. Geneviève se limitaba a acariciar la parte superior de mis hombros a través de mi suave vestido y sobre todo de mi cabello, yo era muy sensible a sus atenciones y su dulzura. Mi mano izquierda sostenía las bragas separadas, mientras mi lengua se deleitaba, me recordó a un oso tratando de sacar miel de un agujero en un árbol. Yo estaba a ratos en completo silencio porque sus dos muslos presionaban mis orejas. A veces, la posición era un poco incómoda, pero el placer de limpiar este albaricoque rezumante, saborea su sabor, memoriza sus olores; No me hubiera querido perder esto por nada del mundo. No me cuestioné para nada sobre mi sexualidad, era bisexual sin duda.
Me acomodé cada vez mejor para poder dar los lametones más efectivos posibles. Escuché a Geneviève suspirar cada vez más fuerte, todo esto con la suave voz de Georges. Ahora la jefa estaba dando tirones, era deseo, obviamente le hubiera gustado que la penetrara pero no te lo proveí. A ratos abro sus labios, para tratar de deslizar mi lengua lo más adentro posible de su vagina. No hace falta decir que amaba lo que le estaba haciendo, y mi dedo meñique me dijo que se acercaba. Agarró mi cabeza con firmeza, para presionarla contra su entrepierna, era suave pero a la vez, era dura en su gesto. Por mi parte, seguí acicalándolo y sobre todo dándome un festín con estas secreciones. Entonces llegó el momento en que tomó el pie, estuvo a punto de gritar lo que habría desafiado a Muriel. Por primera vez en mi vida acababa de hacer venir a una mujer, y no a cualquier mujer.
Nos volvimos locos durante tres buenos cuartos de hora, antes de tomar un descanso. Geneviève permaneció en el sillón reclinable y yo ocupé mi lugar en el mismo sillón que estaba a la derecha. Nos quedamos tomados de la mano mirándonos, admirando el paisaje y sobre todo saboreando el olor a sexo que había invadido por completo la cabaña. Geneviève abrió levemente las ventanas para ventilar un poco, hay que reconocer que no era un lujo porque además de los dudosos olores había niebla en las ventanas. Me recordó un poco a la escena de amor intenso, en el coche que estaba en las bodegas del Titanic, con los dos héroes y las huellas dactilares en los cristales. No vimos absolutamente nada, pero tantas cosas fueron evocadas con sus marcas. De vez en cuando,
Me preguntaba quién de ella o yo iba a poner límites primero, porque ahora no teníamos restricciones. La autoestopista se había convertido en una amante tomando iniciativas, lo que me tranquilizaba y que esta relación con esta mujer madura me daba seguridad en mí misma y sobre todo ganas de provocar a los hombres, de excitarlos...
- Sabes, Coralie, parece que realmente te encanta derrochar en tu cuerpo.
- Me complace mucho dejarme llevar contigo, sobre todo porque tomas muchas iniciativas.
— Me gustaría esto para darte confianza en ti mismo, para tus estudios y para tu futuro.
Mientras recuperábamos nuestras fuerzas, Geneviève estaba seria, hace unos momentos estábamos teniendo un placer monstruoso y ahora estaba imaginando mi futuro. La habilidad de esta mujer para cambiar de uno a otro era verdaderamente desconcertante. Era muy interesante, sus palabras pesaban, habría sido una estupidez no escuchar sus palabras.
Tuve la impresión de que ella quería hacerse cargo de lanzarme a la vida profesional y que, para eso, me estaba formando en la escuela de la vida. Al mismo tiempo que escuchaba a Geneviève, recordé lo que acababa de hacerle pasar, estábamos tomados de la mano y estoy seguro de que había algo entre nosotros.
- Ven a verme mi amor, ven y ponte a horcajadas sobre mí.
Lo hice y así me encontré frente a ella, ella medio acostada y yo sentado sobre ella. Desde ese momento, sentí sus manos moverse por todo mi cuerpo, eran suaves y tenían un gran efecto en mí. Sus manos descubrieron mi cintura, mi espalda, mis ángeles y sobre todo mi pecho; ella podría haberme hecho esto toda la noche, lo habría apreciado.
— - Me encantan tus caricias, me hacen mucho bien
- Lo sé mi amor, cuando veo la punta de tus senos.
- Déjate llevar, cierra los ojos y trata de imaginar a dónde van mis manos.
Sus caricias no pasaban por debajo de mi cintura, solo la destreza de sus manos, su suavidad, su calidez me hacían sentir bien y sobre todo mojada. A ratos para romper el ritmo, me atraía hacia ella para que compartiéramos un beso goloso y apasionado. Puedo decirte que en esos tiempos, no dudé en darle una escama con la lengua, me encantaban sus travesuras linguales. Este pequeño momento de desconcierto duró otra buena media hora, antes de que volviéramos a nuestros lugares. Efectivamente, aunque Muriel había tomado el camino de los escolares, el tiempo había pasado rápido y nos acercábamos al pueblo de Gif. Una vez más nos íbamos a ver obligados a dejarnos, ahora siempre con gran pesar. Una vez llegado a una pequeña calle adyacente a la residencia de estudiantes, nos besamos una última vez antes de salir del auto. Allí la saludé, tal como hice con Muriel, cuyo perfume olí, antes de dejarlos para una semana de estudio. Me pareció detectar complicidad, cuando me encontré con la mirada de Muriel.
¿Era una ilusión o una realidad? Al mismo tiempo recordé las palabras tranquilizadoras que Geneviève me había dado sobre el tema. El vidrio que separaba los dos compartimentos de pasajeros estaba completamente insonorizado, para garantizar aún más privacidad, Geneviève incluso permitió que su conductor escuchara música relativamente alta. Así que volví a mi dormitorio con mis dos bolsos grandes, me di la vuelta para saludarlos. Ambos seguían allí, probablemente esperando un pequeño saludo de mi parte, algo que hice con mucho gusto. Realmente había algo que se estaba creando entre los dos, no era solo sexo, también estaban nuestros intercambios, sus consejos, todas las frases que analicé durante semanas después. Solo me tomó diez minutos encontrarme en mi habitación y fue en ese mismo momento que llegó un SMS a mi teléfono. Por supuesto, era un pequeño mensaje de Geneviève, un mensaje que me gusta mucho.
- Mi amor, quería agradecerte por este pequeño momento que ahora me das regularmente en el camino de regreso o en el de ida.
- La semana será larga esperando tu regreso.
Creo que ella debe haber sabido que para mí también la semana iba a ser larga. Era obvio que me iba a poner toda su ropa durante la semana, solo para ver las reacciones de mis compañeros de clase.
- Yo también Genevieve, gracias por todo lo que haces por mí.
— Me conmueve mucho todo lo que me ofreces, todo lo que haces para darme confianza en mí mismo.
Lo que me hizo feliz con Geneviève es que pude hablarle con franqueza, pude liberar mi corazón y mis pensamientos.
- Me da vergüenza decírtelo Coralie, pero esta noche antes de irme a dormir me voy a hacer cosquillas pensando en ti, una vez más.
Creo que ella lo sospechaba, pero tan pronto como me lo contó, me mojó como nadie.
Antes de acostarme, puse sobre la cama toda la ropa que me había comprado mi benefactora.
- Yo también Genevieve, esta noche me voy a hacer bien pensando en tus manos que acariciaban mi cuerpo.
Por supuesto aún tenía el sabor de su coño en mis labios y en mis dedos, me hacía mucha gracia tener el sabor íntimo de una mujer sobre mí. Me comí una manzana y dos plátanos antes de irme a la cama, como era de esperar, lustré mi cartón antes de que Morfeo me sacara de la vida real. Hoy acababa de dar un paso más con Geneviève en nuestra relación sáfica. Eran las nueve y media, mi habitación acababa de entrar en el silencio de un estudiante estudioso que se duerme temprano para emprender una nueva semana en plena forma. Por supuesto, temprano en la mañana, fue un SMS caliente de Geneviève quien me despertó, dados los comentarios, no pude evitar lucirme rápidamente la entrepierna antes de ir a clase.
Eso es todo, el capítulo número tres llega a su fin, esperando que al igual que los dos primeros, sea de su agrado. Gracias por todos vuestros likes y también vuestros comentarios que os llegan directo al corazón.
Besos para vosotros.